La transición energética permite tener un sistema de generación de energía resiliente para afrontar los desafíos de una demanda creciente, ya que, al diversificar la matriz energética, es posible fortalecer la capacidad de adaptación del sistema energético, disminuyendo la dependencia de fuentes tradicionales como la hidráulica, facilitando la independencia energética. Por otro lado, y además de los beneficios ambientales, dicha transición trae consigo ventajas económicas y sociales al generar oportunidades y estimular la innovación. Todo esto responde a los desafíos energéticos, económicos y sociales que enfrenta el país; por lo que es necesario formar profesionales de diversas disciplinas en conceptos básicos y fundamentales de la energía solar y en el dimensionamiento de sistemas fotovoltaicos para poder suplir las necesidades de suministro que se tienen.
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